La escarapela es un símbolo distintivo y tradicional en muchas naciones, y en la República Argentina, es un emblema nacional de gran importancia. Consiste en una cinta anudada que adopta una forma circular, usualmente adornada con los colores patrios: celeste y blanco.
El origen de la escarapela argentina se remonta a los tiempos de la lucha por la independencia. Fue el 18 de febrero de 1812 cuando el Primer Triunvirato, órgano de gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, decretó oficialmente la adopción de la escarapela nacional. Este decreto fue una respuesta a la necesidad de un símbolo que unificara y distinguiera a las tropas revolucionarias en su lucha contra las fuerzas realistas.
La elección de los colores celeste y blanco se atribuye a la influencia de la sociedad secreta “Logia Lautaro” y al fervor revolucionario inspirado por la Virgen de la Inmaculada Concepción, cuyo manto es representado con estos colores. Sin embargo, existen otras teorías que sugieren que los colores fueron adoptados como un signo de identidad y diferenciación de las tropas patriotas frente a las españolas, que usaban el color rojo.
Cada 18 de mayo, la República Argentina celebra el Día de la Escarapela, una jornada dedicada a este símbolo patrio que ha acompañado a los argentinos desde los primeros pasos hacia la independencia. Esta fecha fue instituida por el Consejo Nacional de Educación en 1935, con el objetivo de promover el sentimiento nacional y la identidad patria entre los estudiantes y la población en general.
Durante esta celebración, es común que las instituciones educativas realicen actos conmemorativos en los que se destaca la historia y el significado de la escarapela. Además, es habitual que los ciudadanos porten este distintivo en sus vestimentas, mostrando así su orgullo y compromiso con los valores de la nación.
Hoy en día, la escarapela no solo es un recuerdo de la historia y la lucha por la independencia, sino también un símbolo de unidad y pertenencia. Representa los ideales de libertad, igualdad y justicia que forjaron la identidad argentina. La escarapela se convierte en un lazo que une a los argentinos de todas las edades y regiones, recordándoles la importancia de su herencia y la necesidad de mantener vivos los valores que construyeron la nación.