El Día de la Educación Especial se celebra en la República Argentina cada 9 de agosto, una fecha que invita a reflexionar sobre los avances y desafíos en la inclusión educativa de personas con discapacidades. Este día es un reconocimiento al derecho a la educación de calidad para todos, sin discriminación y un homenaje a quienes, desde las aulas y las políticas públicas, han trabajado para que la educación especial sea un pilar fundamental del sistema educativo argentino.
La educación especial en Argentina tiene sus raíces en el siglo XIX, con la creación de las primeras instituciones dedicadas a la enseñanza de personas con discapacidades. En 1857, la Escuela para Sordomudos, fundada por el educador José Javier Iturri, se convirtió en la primera institución de su tipo en América Latina. Este hito marcó el comienzo de un camino que, a lo largo de los años, ha buscado garantizar la inclusión educativa de personas con discapacidades intelectuales, sensoriales y motoras.
Durante las décadas siguientes, el modelo educativo se centró principalmente en la creación de escuelas e instituciones especiales, diseñadas para atender de manera diferenciada a las personas con discapacidades. Este enfoque, aunque pionero en su época, presentaba limitaciones, ya que segregaba a los estudiantes de las escuelas regulares, perpetuando así una visión asistencialista más que integradora.
Con el avance de las teorías educativas y los derechos humanos, la visión sobre la educación especial comenzó a transformarse a mediados del siglo XX. En 1949, la creación de la Dirección Nacional de Educación Especial en el Ministerio de Educación fue un paso crucial hacia la formalización y expansión de este tipo de educación en el país. Esta dirección tuvo como objetivo coordinar y supervisar las escuelas especiales en todo el territorio nacional, promoviendo una educación más equitativa.
Sin embargo, fue recién en las últimas décadas del siglo XX que la integración educativa comenzó a tomar forma. Las reformas educativas impulsadas durante la década de 1990, y en particular la Ley Federal de Educación de 1993, promovieron la inclusión de estudiantes con discapacidades en las escuelas comunes. Este enfoque integrador buscaba garantizar que todos los estudiantes pudieran aprender juntos, sin importar sus capacidades o necesidades especiales.
En el siglo XXI, la educación especial en Argentina ha continuado evolucionando hacia un modelo más inclusivo. La sanción de la Ley de Educación Nacional N° 26.206 en 2006 fue un hito significativo, al consagrar la educación como un derecho social y promover la inclusión de todos los estudiantes en el sistema educativo. Esta ley estableció que las personas con discapacidades tienen derecho a recibir una educación que respete sus diferencias, y que deben ser incluidas en las escuelas comunes siempre que sea posible, con los apoyos necesarios.
Además, en 2008, la ratificación de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad por parte de Argentina reforzó el compromiso del país con la educación inclusiva. Este tratado internacional subraya la importancia de garantizar que todas las personas, independientemente de sus capacidades, tengan acceso a una educación de calidad en igualdad de condiciones.