El 28 de mayo es una fecha de profundo significado para la educación argentina, ya que se conmemora el Día de los Jardines de Infantes y el Día de la Maestra Jardinera. Ambas celebraciones rinden homenaje a la figura de Rosario Vera Peñaloza, una educadora argentina excepcional, cuya visión y dedicación sentaron las bases de la Educación Inicial en nuestro país.
Rosario Vera Peñaloza: Pionera de la Educación Inicial, nacida en La Rioja en 1872, fue mucho más que una maestra; fue una auténtica innovadora y defensora de la primera infancia. A finales del siglo XIX y principios del XX, en un contexto donde la educación inicial aún no era reconocida plenamente, ella se destacó por su incansable lucha para mejorar la calidad educativa. Su legado más tangible es la fundación del primer Jardín de Infantes de la Argentina anexo a la Escuela Normal de La Rioja en 1900, lo que marcó un hito fundamental en el reconocimiento de la importancia pedagógica de esta etapa.
No solo fundó instituciones, sino que también desarrolló metodologías pedagógicas innovadoras, promovió la formación docente especializada y defendió la creación de un sistema educativo que considerara las necesidades y particularidades de los niños más pequeños. Su labor es un ejemplo inspirador que guía a cada una de las instituciones educativas de Nivel Inicial que, hoy, reciben a niños y niñas desde los 45 días hasta los 5 años, sentando las bases de su futuro desarrollo.
Los jardines de infantes y maternales desempeñan un papel insustituible en nuestra sociedad. Son mucho más que guarderías; son espacios educativos diseñados para fomentar el desarrollo integral de la primera infancia. En ellos, los niños y niñas no solo adquieren y fortalecen habilidades esenciales para su crecimiento cognitivo, emocional, social y motriz, sino que también viven sus primeras experiencias de socialización estructurada fuera del entorno familiar.
Además, los jardines son la primera institución educativa que establece un vínculo con las familias, ofreciendo un espacio de acompañamiento y colaboración en la compleja tarea de la crianza de calidad. Brindan apoyo, orientación y un entorno de confianza donde la familia se siente parte activa del proceso educativo de sus hijos, promoviendo una relación sólida entre el hogar y la escuela.
En el corazón de cada jardín de infantes, se encuentra la maestra jardinera, una figura profesional que, con su vocación y compromiso, construye día a día un ambiente seguro, confiable y estimulante. Su labor va más allá de la enseñanza de contenidos; implica una profunda comprensión de las etapas del desarrollo infantil, la capacidad de detectar y acompañar diversas necesidades, y la habilidad para fomentar la curiosidad, la creatividad y la autonomía en los más pequeños.
Las maestras jardineras son pilares fundamentales en la construcción del bienestar de los niños y sus familias, ofreciendo contención y resiliencia frente a los desafíos. Su profesionalismo es clave para mejorar la calidad de la educación en esta etapa crítica de la vida. Por ello, como sociedad y, en particular, desde la educación pública, tenemos el ineludible compromiso de seguir trabajando en la formación de docentes del Nivel Inicial altamente calificados, comprometidos y con las herramientas necesarias para enfrentar las complejidades de la primera infancia.